#Salto | La tarde del martes dejó una postal repetida en nuestra ciudad: fuerte presencia policial en las calles del centro, controles de tránsito, patrullajes y un intento más —por parte del intendente Ricardo Alessandro— de mostrar control frente a una inseguridad que no deja de crecer.
En la esquina de avenida Hipólito Yrigoyen y calle Chaco, la Policía Comunal, el Grupo de Apoyo Departamental (GAD) y personal de Tránsito Municipal realizaron un operativo de saturación que se extendió hasta las 23:00. Allí se controlaron documentos, vehículos y se identificaron personas.
En paralelo, se llevó adelante el llamado operativo “Cierre de Comercio”, entre las 19:00 y las 21:00, con patrullajes del GAD y Policía Comunal para custodiar a comerciantes durante el cierre de sus locales.
El resultado más notorio fue el secuestro de una motocicleta Honda XR 150 en avenida Mitre, cuyo conductor intentó evadir a los agentes. Al ser detenido, se constató que no tenía patente, licencia, seguro, cédula del vehículo y que utilizaba un escape libre no reglamentario. La moto quedó retenida en el depósito municipal a disposición del Juzgado de Faltas.
Estos procedimientos, aunque necesarios, exponen las falencias estructurales de una gestión que hace años promete seguridad y no logra resultados concretos. La creciente preocupación vecinal por robos, arrebatos y hechos de violencia no se resuelve con controles puntuales ni con operativos de ocasión.
Desde InfoSalto.com.ar se pudo saber que muchos vecinos comienzan a expresar su hartazgo con el actual modelo de gobierno, el mismo que durante más de una década ha estado al frente de la ciudad sin dar respuestas eficaces a los problemas reales.
En otras localidades cercanas, como Pergamino o San Nicolás, donde se aplicaron políticas más firmes y ordenadas, los índices delictivos han disminuido y la vida urbana parece avanzar con mayor estabilidad. En Salto, sin embargo, el discurso oficial ya no alcanza.
Mientras tanto, el intendente Alessandro insiste en mostrar operativos como símbolo de gestión, aunque la realidad diaria lo contradiga. Es momento de que la ciudadanía exija más que puestas en escena y reclame una transformación de fondo para volver a sentirse segura en su propia ciudad.