#Salto – La situación política en Salto se encuentra en un momento delicado. El oficialismo local, encabezado por el histórico intendente Ricardo Alessandro, enfrenta un creciente cuestionamiento por parte de vecinos, comerciantes y distintos actores de la vida social del distrito.
La gestión municipal, marcada por años de continuidad en el poder, muestra señales claras de agotamiento. La falta de respuestas estructurales a los problemas cotidianos de los vecinos —como el estado de las calles, la infraestructura básica, y la ausencia de obras de impacto— ha generado una ola de críticas que no deja de crecer.
En medio de un contexto económico desafiante, muchos ciudadanos sienten que Salto quedó a la deriva, sin conducción clara ni rumbo definido. “Acá todo pasa lento, las cosas se prometen, pero no se hacen. Y mientras tanto, los barrios siguen esperando”, expresa un vecino del barrio Trocha, con resignación.
El desgaste no es sólo administrativo, sino también político. Desde distintos espacios señalan que el peronismo local no ha logrado renovarse ni abrir el juego a nuevas voces. La conducción permanece concentrada en pocos nombres, y las decisiones parecen responder más a una lógica interna de poder que a una visión de futuro para la ciudad.
La comparación con otras ciudades de la región también empieza a incomodar. Localidades como Pergamino, San Nicolas o Junin han avanzado en modernización, desarrollo urbano e inversión pública, mientras que en Salto las iniciativas parecen quedar siempre a mitad de camino.
Desde InfoSalto.com.ar, recogimos testimonios que reflejan el desencanto. Comerciantes que ven caer sus ventas sin apoyo municipal; jóvenes que emigran por falta de oportunidades; familias que reclaman mayor seguridad, iluminación y servicios esenciales. El malestar se siente en la calle, en los clubes, en las escuelas, y también en los pasillos del propio municipio.
La figura del intendente Alessandro, tras décadas de protagonismo, parece estar transitando su etapa más crítica. Sin una agenda clara de gestión ni señales de apertura, su continuidad comienza a generar interrogantes incluso dentro del propio oficialismo.
¿Es tiempo de un recambio real en Salto? ¿Alcanzan las obras menores o es necesario un nuevo modelo de ciudad? Mientras las respuestas no llegan, crece el desencanto y la sensación de que el reloj político del actual gobierno ya empezó a marcar su cuenta regresiva.